domingo, 2 de enero de 2011

NAVIDAD AÑORADA

Cuando Rosa era niña, hace ya de eso muchos años la Navidad era diferente. Ella recuerda que en la amplia entrada de su casa, en el rincón que había junto a la puerta, cada año el día 8 de diciembre montaba su belén. Lo sacaba con cuidado de la caja y lo dejaba sobre la silla que había colocado a su lado. Antes había ido con el resto de la chiquillería de su misma calle a buscar piedras, algunas ramas y musgo, con esto, ayudada por su papá y sus abuelos hacía el suelo…las montañas, una vez hecho esto, iba cogiendo con mucho cuidado cada una de las figuras y la desdoblaba, si, si, has leído bien, porque eran de papel con cartón por detrás.
Los días antes de Nochebuena por todas las calles olía a pasteles que las mujeres preparaban en casa y llevaban a cocer al horno del barrio mientras hablaban y se reían. Eran días de fuego de leña, castañas y boniatos asados, compartidos con tíos, abuelos y primos. De salir a cantar villancicos y llenarse los bolsillos de peladillas, caramelos y algún pastelito recién horneado.
Días de esperar la noche de Reyes, intentando quedarse despiertos en la cama muy calladitos por si les podían ver. Por la mañana había ido con su papá y les había visto llegar al puerto en un gran barco, y por la tarde con sus primos/as y amigas les había visto por las calles del pueblo sobre las carrozas, pero…¿irían a todas las casas? Y con la ilusión se dormía solo unas horas, cuando apenas apuntaba el día ya estaba despierta y corría a ver si tenía un juguete ¡y allí estaban los paquetes! Una muñeca y cacharritos de cocinitas para ella, pistolas, caballos e indios de plástico para los chicos. En pijama y zapatillas (y con el abrigo encima) entraban y salían de las casas de su calle para enseñarse sus juguetes, y porque a veces la tía Antonia o la tía Lola (o sea la vecina) también tenía algún regalito que los reyes habían dejado en su casa.
A Rosa y al resto de los críos todo les parecía maravilloso y si a alguno había tenido como regalo una caja de juegos reunidos Geyper entonces la fiesta ya era completa.
Rosa recuerda esto mientras va de tienda en tienda a la caza casi imposible de los juguetes que le han pedido sus nietos, angustiada porque sabe que es ese y no otra cosa lo que esperan, y cuando llegue el día de reyes irán a su casa tras regresar de ese viaje en el que han estado para celebrar la Navidad, lejos de los amigos, primos, tíos…Abrirán la caja sin demasiado entusiasmo puesto que saben que tendrán aquello que pidieron, quizás merienden un roscón juntos y se irán a su casa donde dejaran las cajas en la habitación de jugar.
Este es el “espíritu navideño” comentado con mi amiga Rosa mientas íbamos de compras o mejor dicho…a la caza del juguete estrella de este año.
autor:nubeblanca